La historia del pollo frito coreano está entrelazada con uno de los períodos más turbulentos de la península coreana: la Guerra de Corea (1950-1953). Durante este tiempo, la presencia de las tropas estadounidenses en Corea trajo consigo una serie de cambios, incluyendo una transformación en la forma en que se cocinaba y se consumía el pollo en el país.
Antes de la llegada de los estadounidenses, los coreanos tenían una preferencia arraigada por el pollo hervido, a menudo consumido en forma de sopa. Sin embargo, la influencia de las tropas norteamericanas cambió drásticamente esta dinámica gastronómica. Con su amor por el pollo frito condimentado y crujiente, introdujeron una nueva forma de disfrutar este plato.
El pollo frito coreano vio la luz a finales de la década de 1950, cuando las tropas estadounidenses, en lugar del tradicional pavo, comenzaron a celebrar el Día de Acción de Gracias con pollo, compartiendo esta tradición con las tropas coreanas.
La post-guerra dejó a Corea sumida en una profunda crisis económica, con una pérdida de territorio y una economía debilitada. En este contexto de escasez y austeridad, el pollo frito se convirtió en un alimento reconfortante y accesible para muchas personas.
Hoy en día, el pollo frito coreano ha evolucionado para convertirse en un plato emblemático de la cocina coreana, apreciado tanto en el país como en todo el mundo, recordándonos la capacidad de la comida para unirnos y reconfortarnos, incluso en los tiempos más difíciles.